29/10/10

Seducido por La Muerte (Tercera Parte)



Abandoné a mis amigos en el tugurio en que nos encontrábamos y salí a la calle. Tenía la visión nublada. El humo y el vaho de la habitación habían ensuciado mis lentes de contacto. Estuve un momento parado en la puerta sin poder dejar de refregar mis ojos para aclarar la visión. En un instante comprendí que no eran mis lentes el problema, si no que un resplandor inusitado bañaba toda la cuadra. Las luces del alumbrado público resplandecían con una intensidad que nunca antes había notado. El barrio me pareció más tétrico que nunca. El viento soplaba bastante enfurecido entre los árboles que impedían su avance. El cielo estaba totalmente abierto descubriendo una medialuna perfecta. Las estrellas echaban luz sobre lo que la Luna dejaba de mirar. Por esa misma razón y sumado al extraño resplandor de las luces, las sombras se proyectaban de una manera extraña: tenue pero a la vez con mucha fuerza, hasta con personalidad, diría. La calle estaba desierta, pero no así sin vida. A pesar del vacío que reinaba, la calle misma parecía tener vida, parecía transformarse a cada uno de mis pasos. Con cada movimiento, parecía estar en un mundo nuevo; pero aún así, persistía la sensación tétrica que inundaba el ambiente. Aunque me encontraba caminando por una calle generalmente cargada de movimiento, daba la sensación de que algo había barrido con la vida del lugar. La desolación que sentí en ese momento no la volví a sentir jamás.
Con todo esto en mente y con el corazón inundado por una intranquilidad abrumadora, hundí las manos en los bolsillos, me encogí de hombros y emprendí la marcha. El viaje consistía en unas pocas cuadras, pero para mis adentros parecían kilómetros de desolación y soledad. Constantemente buscaba algo para distraerme, para alejar ese sentimiento. La respuesta la tuve más rápido de lo que pensaba. Contacto humano. Por más que fuera virtual. Desenvainé el celular y empecé a escribir un mensaje: "A esta hora este barrio es muy tét...". Una sombra que corrió por el rabillo de mi ojo me paró en seco. Miré a mi alrededor, con el corazón en las manos. Nada. Centré toda mi atención en el mensaje nuevamente y reanudé la marcha. No alcancé a dar dos pasos que percibí un murmullo apenas perceptible a mis espaldas . Me detuve por segunda vez y me volví completamente. No pude penetrar la soledad del paisaje con mis ojos. Estaba solo, completamente solo. Ya nervioso, me apuré a terminar el mensaje y enviarlo, necesitaba sentir que alguien me acompañaba, sentirme seguro de alguna manera. Al momento de enviarlo, pude escuchar perfectamente en mi oído un susurro: "A dónde vas?". De repente, todo estaba en tinieblas.

- A dónde vas, te pregunté; repitió con un tono de voz penetrante.
- A... a mi casa; respondí ahogado.
- Qué coincidencia; exclamó; yo también. Me vas a decir que no te acordás de mí.

Todavía estaba dándole la espalda y me hubiese gustado haber seguido así, pero mi curiosidad pudo más. Cuando me volteé y la vi, la reconocí al instante. Mi vieja amiga.

- Otra vez arroz con pollo? Pregunté casi con indignación.
- Eeeh loco, cómo así!? Hace dos años que no nos vemos y así me saludás?
- Y bueno, es que la última vez no fue tan provechoso que digamos; le reproché.
- No cambiás más, viejito, eh?
- Qué querés que te diga, macho? La otra vuelta, te me apareciste así de una, me cagué hasta las patas y encima te enojaste! Y ahora venís ofendido por que te saludo de mala gana! Quién te entiende a vos!?
- Está bien, está bien... Vine por que tenés que venir conmigo...
- Na na na! Vos me dijiste bien clarito la última vez que nos veíamos dentro de 30 años, no me vengás con giladas ahora!
- Ehm... sssí. Pero hubo un error; se excusó.
- Un error, la garcha. Te las tomás y me dejás de romper las tarlipes. Dentro de 28, volvés y me voy con vos sin chistar, pero ahora, rajá de acá; le ordené.
- Shigh... Pasa que no puedo, master. Mirá, te explico: hace dos años, te dije que venía dentro de 30, sí... Pero fue un error de papeleo, se me mezclaron tus papeles con los de un chabón que tiene tu mismo nombre en España. Lo lamento, posta, pero es así... Te tenés que venir conmigo...
- La punta de la verga. Chau.

Y empecé a andar nuevamente. Las tinieblas persistían y por más que andara, parecía estar siempre en el mismo lugar. Al darme vuelta para increparlo y decirle que dejara todo el circo, vi que ya estaba llenando los papeles de mi partida. No iba a permitir que un error burocrático me quitara 28 años de vida, así que decidí enfrentarlo.
Me acerqué dispuesto a todo, echando furias por los ojos. Él levantó la vista de sus papeles, revoleó los ojos con cansancio, suspiró y tiró el sujetapapeles al piso. Yo estaba tan compenetrado en salvar mi alma que llegué junto a Él antes de que pudiese recoger su Guadaña del piso y le asesté un duro golpe en la capucha negra. El tronar de mis nudillos contra su descubierto cráneo retumbo en las tapias de las casas lindantes. Aproveché el instante de confusión para hacerme de la Guadaña. Él profirió un alarido gutural cuando la así y se disolvió en una nube de polvo, dejando atrás la túnica negra. En ese mismo instante; es decir, cuando mis dedos tocaron el mango de madera rugosa, un frío me corrió por la espina dorsal. Vi con horror que mi piel y mi carne comenzaban a derretirse sin más, dejando al descubierto mis blancos huesos, lo más extraño de todo fue que no sentí dolor alguno. Cuando ya no quedó músculo sobre mis huesos, la túnica se levantó por sus propios medios, me envolvió y se ajustó perfectamente a mis medidas. Luego, sentí cómo me invadía un conocimiento que supe era ancestral, todos los secretos del Infierno acudieron a mí; y entre llamas, se materializó un libro frente a mis ojos con todos los nombres de las personas que debían sucumbir. Resignado, tomé lo que había quedado tirado en el piso, cargué el libro bajo el brazo y me dirigí hacia la dirección anotada bajo el próximo nombre... Ese nombre es... el tuyo.

1 comentario:

...::Ameliah::... dijo...

Jijijijiji 8*
(Vos me entendes)