El conductor mira hacia la derecha, contempla el bosque del que acaba de salir... Arroja su cigarrillo todavía por la mitad y se calza sus lentes oscuros. Nadie lo sabe, pero él era un buen hombre, a quien las circunstancias lo transformaron en lo que es hoy: oscuro, enigmático... casi sin amistades.
El derrape ensucia aún más la negrura desgastada del Pontiac TransAm. Ya lejos, el viejo pero todavía excelente vehículo, ruge estrepitosamnente y se pierde en la lejanía de la ruta cortando la neblina a su paso.
Ahora yo, parado donde hace un instante estaba el Pontiac negro, observo el camino que yace ante mí. Entiendo que es el principio. Por alguna condición o circunstancia que desconozco, él terminó su viaje en este bosque, donde yo, empiezo el mío...
[Idea original: Fabri.]
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