Érase una vez un gallardo caballero llamado Sir Yorkfranshire que conducía un carruaje de fuego tirado por 188 caballos, fuente de todo su poder. Nuestro caballero vivió muchas aventuras con sus compañeros de batalla en su carruaje: como la vez que una malvada bruja lo había hechizado, impidiendolé ingresar a su celestial vehículo; o aquella ocasión en que un poderoso dragón inutilizó momentáneamente sus 188 caballos.
Un fatídico día, Sir Yorkfranshire debía recoger unas hierbas que usaría para vencer a su eterno enemigo Lord Giaccominenheim. Nuestro héroe, guiado por la justicia, se dirigió a la Docta Ciudad en busca del preciado cargamento.
En esta ciudad habitaban unas criaturas malvadas, listos como zorros. Vestían de color gris, el color de la secta liderada por el maligno Lord Giaccominenheim. Sir Yorkfranshire se adentró en la ciudad, buscando la Plaza Central de los Pastores, donde se citaría con el Mago de la Corte que le daría una hierba mágica con el poder de paralizar le pensamiento de sus enemigos. Desafortunadamente, debió dejar su carruaje desatendido por unos momentos. Tan pronto como nuestro héroe ingresó a la cueva del mago, uno de los secuaces de Lord Giaccominenheim convocó un hechizo sobre su carruaje. Este hechizo impedía que el carro de guerra siguiera dotando al caballero con todo su poder. Para deshacer el embrujo Sir Yorkfranshire debía presentarse en la Cofradía Gris de los Chacales de Lord Giaccominenheim y enfrentar al Señor Feudal del baluarte.
Nuestro amigo se instruyó en las oscuras artes del engaño y la mentira durante cinco días y cinco noches para así entender el accionar y el pensar de sus enemigos: debía enfrentar a los Chacales en su propio baluarte. Finalizado el entrenamiento, el augusto caballero se encaminó al castillo de sus enemigos, blandiendo su filosa espada y protegiéndose con su impenetrable escudo. Ni bien puso un pie en la escalinata de la Cofradía Gris una horda de Chacales lo barrió como un mar enfurecido, pero él resistió como todo buen héroe. Tras una breve batalla en la cual despachó a varios Chacales, lo llevaron ante el Señor Feudal del baluarte. Se encontraba un paso más cerca de Lord Giaccominenheim.
- Sir Yorkfranshire, a qué debo el placer? - el Señor Feudal preguntó
- He venido a recuperar mi carruaje mágico! - respondió el héroe
- La vuestra determinación me asombra, caballero. - afirmó el malvado - Pero debo decirle que no presentaremos batalla alguna.
- Imposible! Mentís, señor mío. Vosotros los Chacales nunca se rendirían tan fácilmente, alguna treta debe existir! - exclamó, atónito, Sir Yorkfranshire.
- Ninguna treta, ni trampa, ni fraude, mi fiel enemigo. El Chacal que convocó el hechizo era un aprendiz: pronunció incorrectamente las palabras mágicas. Vos sos libre de iros con vuestro carrueaje poderoso. Pero la próxima vez, no seréis tan afortunado, Lord Giaccominenheim está siempre a la espera de vuestro error! - sentenció el Señor Feudal
- Ésta vez han tenido a la Diosa Fortuna de vuestro lado. En el futuro no los perdonaré! - juró el caballero
Así, Sir Yorkfranshire recuperó su carruaje de fuego tirado por 188 caballos. Pero todavía no había vencido en combate a su mayor enemigo, Lord Giaccominenheim. Muy dentro suyo, él sabía que el día llegaría; hasta entonces, seguiría viviendo aventuras en su carro de guerra con sus amigos de armas...
4 comentarios:
Ja! El perro del Zorro Gris que me multó puso la fecha de la Fecha de Infracción para el 02 de agosto de 2010! Jajaja, la multa no es válida... Heme excento de pagar dicha multa...
Debo decir que ese mago proveedor de hierbas me suena conocido.
Sin mas que decir , me retiro para formar parte de este mundo de fantasias historias y aventuras duras, acaso dije duras ?
shit!
El reino necesita plata y mando a sus zorros a hacer multas para poder recaudar.. un espia dentro de esta mafia me lo dijo.. asiq anden con cuidado!
=)
Saludos Sir Frank!
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